Tenías que ser cocinero... Podías haber sido arquitecto, abogado o médico. Médico, eso habría estado bien; cuando un médico invita a unos amigos a cenar no le piden que haga una operación a corazón abierto sobre la mesa. Definitivamente debería haber sido médico, ser cocinero es un coñazo: corta, cuece, fríe; corta, cuece, fríe... todo el puto día. Y cuando quieres relajarte e invitas a tus amigos a casa para tomar algo y ver una película, te dicen: "¿Cocínate algo, no? Que para algo eres cocinero". ¡Cocinero, tu puta madre! Tú eres urólogo y no te pido que me mires la polla cuando me invitas a cenar ¡Estoy en mi tiempo libre, cabrones! Quiero que vengais a casa con unas cervezas y unas hamburguesas para ver la tetralogía templaria de Amando Ossorio mientras discutimos qué molaría más ¿ser invisible o volar?
Pero no soy médico, soy cocinero, y me toca hacer de tripas corazón mientras preparo la cena para esos cabrones que se hacen llamar "mis amigos". Eso sí, hoy cenarán lo que a mí me salga del nabo; y voy a preparar brochetas de Dodo. ¿Qué el dodo está extinguido? Ya lo sé. "Dodo" es mi gato.¡Toma cocina creativa, Adriá!
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